Sunday, February 1, 2009

" NO PUEDES PASAR COMPAÑERO "

Desde niño he visto y sentido "cosas", hasta ahora todas muy positivas e ignoro el motivo y el fin de ese extraño "poder", de esa cualidad involuntaria de la que casi nunca hablo hasta ahora que la comparto con ustedes; solo personas muy cercanas conocen estas historias y si no las cuento es porque se que pocos van a creerlas y porque realmente no me interesaba mucho contarlas y si lo hago ahora es por si a alguien les sirven, pues he sentido un impulso de compartir estas experiencias reales, yo se que lo son y no le impongo a nadie que las crea.

Mi abuelo materno, Isaías de la Torre Escofet fué un hombre muy especial en mi vida, como la mayoría de los abuelos, me complacía en casi todo, me malcriaba a más no poder y yo disfrutaba conversar con él horas enteras cuando de la mano me llevaba de paseo por la bella Habana Vieja, su Malecón y su Prado. De su mano firme caminaba yo sobre el muro del Malecón y juntos disfrutábamos de la brisa del Atlántico que rompe sobre la capital de Cuba, mi abuelo era un completo caballero, nunca le faltaba una frase bella a una dama, una mano para ayudar, una flor para mi abuela Margarita; hasta un día me dió una lección de humanidad que jamás se me olvidó y fué en la calle "Obispo", delante de nosotros iba un padre con su hijo, regañándolo fuerte porque el muchachito había dejado caer $10 pesos que el papá le dió a guardar, vi a mi abuelo sacar $10 pesos de su billetera y dárselos al hombre diciéndole: "Yo vi cuando el dinero se le salió del bolsillo al niño, no lo regañe más"; vi la mirada agradecida del pequeño y aprendí que no toda mentira es mala, que hay mentiras que vienen del cielo.
El 6 de julio de 1976 murió mi abuelo, yo tenía 8 años y volvió a ocurrirme algo muy parecido a lo que me pasó con mi hermana Norkita, nuevamente en un sueño "especial" vino mi abuelo y:

Me vi en un bosque de abedules, arboles enormes con el tronco veteado de dos ó más colores, de hojas entre verdes y grises, en el sueño yo iba caminando al lado de mi abuelo que vestía camisa blanca y unos pantalones cremas, lo veía como en sus mejores tiempos, alto, elegante, de esa frente ancha de pensador ajedrecista que era. De pronto mi abuelo apretó la marcha, caminaba tan rápido que muy pronto estuvo bastante lejos de mi, yo hacía lo posible por alcanzarle pero era completamente inutil; entonce vi en ese bosque de abedules como una división frente a mi, una linea casi imperceptible que dividía ese bosque a la mitad, mi abuelo la atravesó, yo que venía corriendo detrás también llegué a la misma linea y para mi sorpresa choqué como contra un muro acolchonado pero completamente invisible, si pude darme cuenta que del otro lado de esa linea divisoria, el bosque era el mismo pero con un color diferente, como ligeramente brumoso y las hojas caían de las ramas como si fuese el otoño.
Al no poder avanzar más le grité a mi abuelo y él se viró y en su cara había esa mirada tierna que le ponemos a los niños cuando son incapaces de comprender bién algo y me dijo:--.." No, no compañero, aun no puedes pasar, mira ves ese camino largo y vi un sendero muy largo frente a mi; bueno compañero, cuando llegues al final yo te estaré esperando, mientras se bueno, haz las cosas bién..." y un montó de cosas más que no recuerdo y espero que estén grabadas en mi subconciente; luego mi abuelo se viró y comenzó a caminar diciendo adios con su brazo derecho en alto pero sin mirar más hacia atrás.
Desperté asombrado, pero jamás he vuelto a soñar con mi abuelo, como tampoco con mi hermana y no lloré más su muerte. Son "cosas" muy especiales que guardaré siempre y que me han quitado el miedo a la muerte, aunque no a la manera de morir, pero después de estas experiencias estoy seguro de la inmortalidad del alma y la grandiosidad de un mundo que está a nuestro lado y no vemos ó no deseamos ver.

2 comments:

Silvita said...

Qué lindos tus sueños... yo también he soñado con mis familiares muertos, y me da tremenda alegría porque es como estar con ellos otra vez.

Politicamente Incorrecto said...

--Si Silvita y casi siempre en esos sueños hay una lección, nunca vienen por gusto.